La Ciencia de los Nativos de la Amazonía: Un Saber Vivo que Merece Respeto

Cuando nos adentramos en el trabajo con microdosis de plantas maestras, no solo nos encontramos con las posibilidades terapéuticas y psicológicas de estas sustancias, sino también con una sabiduría profunda que nos precede: la ciencia viva de los pueblos indígenas amazónicos.

En particular, el pueblo Shipibo-Konibo, guardianes del conocimiento de la Ayahuasca desde hace generaciones, ha sido guía e inspiración esencial para el camino que recorremos con Microhuasca.

Un encuentro de caminos: la amistad con Panshin Nima

En este proceso, nació una amistad y un aprendizaje transformador junto a Panshin Nima (Walter López), presidente de ASOMASHK, la Asociación de Médicos Ancestrales Shipibo-Konibo, que representa a más de 120 maestros indígenas activos en su labor de sanación con plantas sagradas.

Más allá del vínculo institucional, el encuentro con estos sabios nos abrió a una reflexión profunda sobre el rol que ocupan —o no ocupan— las voces indígenas en los espacios contemporáneos donde se trabaja con la Ayahuasca.

“¿Cómo es posible que quienes han custodiado este conocimiento durante siglos no sean considerados protagonistas cuando se organiza el presente y el futuro del uso terapéutico de estas plantas?”

La sabiduría indígena no es folklore: es ciencia viva

En muchos espacios institucionales o académicos, se invita a los pueblos originarios a participar desde una mirada simbólica, decorativa o de ‘inclusión’, pero rara vez se reconoce su medicina como conocimiento científico legítimo.

Las prácticas ancestrales amazónicas están basadas en observación, prueba, error, registro y transmisión oral durante generaciones. Es un conocimiento empírico, sofisticado y profundamente conectado con el cuerpo, el espíritu y la comunidad.

Los médicos Shipibo no tratan síntomas. Trabajan en la raíz de los desequilibrios, comprendiendo al ser humano como un todo: cuerpo, emoción, espíritu, entorno. Para ellos, no hay separación entre lo físico y lo espiritual. La salud es equilibrio.

La misión de Microhuasca: integrar con integridad

Desde Microhuasca, creemos que la medicina indígena no debe ser solo un componente estético o un acto simbólico de respeto. Debe estar en el corazón de cualquier propuesta terapéutica seria que trabaje con plantas maestras.

Nuestro compromiso es tejer puentes verdaderos, no jerárquicos ni extractivistas, sino desde la colaboración, la reciprocidad y el reconocimiento mutuo. Honramos a los maestros, curanderos, mujeres medicina y comunidades que han sostenido esta sabiduría en la selva, incluso frente al olvido, la marginación o el abuso.

“El verdadero progreso no es reemplazar una sabiduría por otra, sino integrar miradas con humildad y respeto.”

Cosmovisión Shipibo-Konibo: salud como armonía

La medicina Shipibo-Konibo se basa en la interrelación entre lo emocional, lo espiritual, lo físico y lo comunitario. No conciben al ser humano como un individuo aislado, sino como parte de un tejido que se expresa a través de sueños, visiones, cantos (íkaros), plantas, vínculos y territorios.

Sus diagnósticos no se hacen con máquinas, sino con percepción, canto, escucha, conexión. Sus tratamientos no solo limpian, también ordenan el campo energético y restablecen el vínculo con la vida.

“Los maestros no solo curan con plantas. Curan con presencia, con canto, con mirada, con silencio.”

Una alianza necesaria para el futuro

Hoy, más que nunca, la medicina moderna y la medicina ancestral necesitan encontrarse desde el respeto mutuo. No como una jerarquía de saberes, sino como un ecosistema de conocimientos donde cada tradición aporta lo que sabe hacer mejor.

Desde Microhuasca sostenemos que el futuro del uso terapéutico de plantas sagradas no puede construirse sin la participación directa, legítima y activa de los pueblos que las han cuidado. No basta con mencionar su cultura: hay que sentarse a aprender de ella.

Caminamos con respeto

Si en verdad queremos que las microdosis y los procesos con plantas maestras sean caminos de sanación real, debemos reconocer que:

  • No todo se aprende en laboratorios.

  • No todo se mide con gráficos.

  • Hay saberes que no se escriben, pero se transmiten.

  • Y hay silencios que curan más que las palabras.

¿Cómo podemos honrar este saber?

Desde nuestro rol, podemos comenzar por:

  • Informarnos sobre la historia viva de los pueblos originarios.

  • Apoyar iniciativas lideradas por comunidades indígenas.

  • Incluir a sus representantes no como invitados, sino como socios.

  • Compartir beneficios de forma justa y equitativa.

  • Recordar que no trabajamos con “sustancias”, sino con seres sagrados.

Microhuasca es un puente. Uno que une ciencia y espíritu, saber académico y saber indígena, innovación y memoria. Y este puente, como todo lo sagrado, se cruza con humildad.

“La selva no se estudia. Se escucha.”

Webinar de Microhuasca con Panshin Nima, noviembre 2020.

Cosmovisiones amazónicas enseñan que lo emocional y lo espiritual son parte de un todo cuando se trata la salud de una persona, y han desarrollado sus propias prácticas en base a la experimentación y análisis, para tratar y sanar las raíces de las enfermedades en lugar de sus síntomas.

Anterior
Anterior

España reconoce que la Ayahuasca no es ilegal: la sentencia histórica del Tribunal de Madrid y el nuevo mapa legal de los enteógenos

Siguiente
Siguiente

El Modelo Microhuasca: Una nueva forma de acompañar procesos terapéuticos con Microdosis